Proyecto 5

Poema


Acuérdate del día,
acuérdate del mes,
acuérdate del beso,
que nos dimos por primera vez 


Adivinanza




Al final de los brazos están las manos, al 
final de los dedos nosotras estamos.

Anécdota.-

Hoy os traigo una anécdota de estas que "cazo" cuando los niños pasan hablando a mi lado. El caso es que una niña y un niño de la clase estaban en el rincón del arte dibujando libremente, y de repente dice la niña: "¡Yo de mayor voy a ser pintora!", y salta el niño justo después " Esta anécdota la escuché el otro día en un programa donde varios niños y niñas entrevistan a un personaje famoso. Resulta que estaban hablando de la leche de vaca, de sus propiedades, y de las cosas que se pueden obtener de ella. Entonces, cada peque fue diciendo lo que se le ocurría. - ¡Yogur! - dijo un niño -. - ¡Muy bien! El yogur es derivado de la leche. - le contestó el presentador -. - ¡El queso! - dijo una niña -. - ¡Sí! El queso también se obtiene de la leche - asintió el presentador -. - ¡Los dientes! - dice otro -. - ¿Los dientes? Querrás decir que los dientes se ponen fuertes con el calcio de la leche... - ¡No! ¡Los dientes de leche, hombre! - insistía el niño - Imaginaros al presentador y al invitado partiéndose de risa al entender la ocurrencia del peque. Como siempre os digo: ¡ellos son pura lógica! 


Mito la Misteriosa Luna Llena
Una noche de luna llena una pareja encuentra a un perro estaba todo lastimado y decidieron llevárselo a su casa para curarlo, el hombre se quitó el cinturón y se lo colocó al perro en el cuello, la mujer comienza a limpiar las heridas que tiene el perro, al agacharse el perro ve una cruz que tiene la mujer en su cuello y de inmediato el perro comienza a morderla y corre por toda la casa. El perro se lanza por una ventana sin saber que están en el piso 13 de un edificio, la pareja queda sorprendida y evita asomarse a la ventana ya que sabían que el perro moriría.



El día siguiente se presenta un agente de la policía en su casa, el agente le pregunta si escuchó un ruido extraño la noche anterior, ellos dijeron que no, el policía dice: “encontramos un enano corriendo por la calle desnudo y con un cinturón en el cuello”. A partir de ahí nadie sabe qué sucedió con el perro y con el enano.


Fabula

El Viejo Perro Cazador

Un viejo perro cazador, que en sus días de juventud y fortaleza jamás se rindió ante ninguna bestia de la foresta, encontró en sus ancianos días un jabalí en una cacería. Y lo agarró por la oreja, pero no pudo retenerlo por la debilidad de sus dientes, de modo que el jabalí escapó.
Su amo, llegando rápidamente, se mostró muy disgustado, y groseramente reprendió al perro.
 El perro lo miró lastimosamente y le dijo:
-Mi amo, mi espíritu está tan bueno como siempre, pero no puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo. Yo prefiero que me alabes por lo que he sido, y no que me maltrates por lo que ahora soy.




Cuento

El Gato con Botas

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Érase una vez un molinero que tenía tres hijos. El hombre era muy pobre y casi no tenía bienes para dejarles en herencia. Al hijo mayor le legó su viejo molino, al mediano un asno y al pequeño, un gato.

El menor de los chicos se lamentaba ante sus hermanos por lo poco que le había correspondido.
– Vosotros habéis tenido más suerte que yo. El molino muele trigo para hacer panes y tortas y el asno ayuda en las faenas del campo, pero ¿qué puedo hacer yo con un simple gato?
El gato escuchó las quejas de su nuevo amo y acercándose a él le dijo:
– No te equivoques conmigo. Creo que puedo serte más útil de lo que piensas y muy pronto te lo demostraré. Dame una bolsa, un abrigo elegante y unas botas de mi talla,  que yo me encargo de todo.
El joven le regaló lo que le pedía porque al fin y al cabo no era mucho y el gato puso en marcha su plan. Como todo minino que se precie, era muy hábil cazando y no le costó mucho esfuerzo atrapar un par de conejos que metió en el saquito. El abrigo nuevo y las botas de terciopelo le proporcionaban un porte distinguido, así que muy seguro de sí mismo se dirigió al palacio real y consiguió ser recibido por el rey.
– Majestad, mi amo el Marqués de Carabás le envía estos conejos – mintió el gato.
– ¡Oh, muchas gracias! – respondió el monarca – Dile a tu dueño que le agradezco mucho este obsequio.
El gato regresó a casa satisfecho y partir de entonces, cada semana acudió al palacio a entregarle presentes al rey de parte del supuesto Marqués de Carabás. Le llevaba un saco de patatas, unas suculentas perdices, flores para embellecer los lujosos salones reales… El rey se sentía halagado con tantas atenciones e intrigado por saber quién era ese Marqués de Carabás que tantos regalos le enviaba mediante su espabilado gato.
Un día, estando el gato con su amo en el bosque, vio que la carroza real pasaba por el camino que bordeaba el río.
– ¡Rápido, rápido! – le dijo el gato al joven – ¡Quítate la ropa, tírate al agua y finge que no sabes nadar y te estás ahogando!
El hijo del molinero no entendía nada pero pensó que no tenía nada que perder y se lanzó al río ¡El agua estaba helada! Mientras tanto, el astuto gato escondió las prendas del chico y cuando la carroza estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a gritar.
– ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi amo el Marqués de Carabás no sabe nadar! ¡Ayúdenme!
El rey mandó parar al cochero y sus criados rescataron al muchacho ¡Era lo menos que podía hacer por ese hombre tan detallista que le había colmado de regalos!
Cuando estuvo a salvo, el gato mintió de nuevo.
– ¡Sus ropas no están! ¡Con toda esta confusión han debido de robarlas unos ladrones!
– No te preocupes – dijo el rey al gato – Le cubriremos con una manta para que no pase frío y ahora mismo envío a mis criados a por ropa digna de un caballero como él.
Dicho y hecho. Los criados le trajeron elegantes prendas de seda y unos cómodos zapatos de piel que al hijo del molinero le hicieron sentirse como un verdadero señor. El gato, con voz pomposa, habló con seguridad una vez más.
– Mi amo y yo quisiéramos agradecerles todo lo que acaban de hacer por nosotros. Por favor, vengan a conocer nuestras tierras y nuestro hogar.
– Será un placer. Mi hija nos acompañará – afirmó el rey señalando a una preciosa muchacha que asomaba su cabeza de rubia cabellera por la ventana de la carroza.
El falso Marqués de Carabás se giró para mirarla. Como era de esperar, se quedó prendado de ella en cuanto la vio, clavando su mirada sobre sus bellos ojos verdes. La joven, ruborizada,  le correspondió con una dulce sonrisa que mostraba unos dientes  tan blancos como perlas marinas.
– Si le parece bien, mi amo irá con ustedes en el carruaje. Mientras, yo me adelantaré para comprobar que todo esté en orden en nuestras propiedades.
El amo subió a la carroza de manera obediente, dejándose llevar por la inventiva del gato. Mientras, éste echó a correr y llegó a unas ricas y extensas tierras que evidentemente no eran de su dueño, sino de un ogro que vivía en la comarca. Por allí se encontró a unos cuantos campesinos que labraban la tierra. Con cara seria y gesto autoritario les dijo:
– Cuando veáis al rey tenéis que decirle que estos terrenos son del Marqués de Carabás ¿entendido? A cambio os daré una recompensa.
Los campesinos aceptaron y cuando pasó el rey por allí y les preguntó a quién pertenecían esos campos tan bien cuidados, le dijeron que eran de su buen amo el Marqués de Carabás.
El gato, mientras tanto, ya había llegado al castillo. Tenía que conseguir que el ogro desapareciera para que su amo pudiera quedarse como dueño y señor de todo. Llamó a la puerta y se presentó como un viajero de paso que venía a presentarle sus respetos. Se sorprendió de que, a pesar de ser un ogro, tuviera un castillo tan elegante.
– Señor ogro – le dijo el gato – Es conocido en todo el reino que usted tiene poderes. Me han contado que posee la habilidad de convertirse en lo que quiera.
– Has oído bien – contestó el gigante – Ahora verás de lo que soy capaz.
Y como por arte de magia, el ogro se convirtió en un león. El gato se hizo el sorprendido y aplaudió para halagarle.
– ¡Increíble! ¡Nunca había visto nada igual! Me pregunto si es capaz de convertirse usted en un animal pequeño, por ejemplo, un ratoncito.
– ¿Acaso dudas de mis poderes? ¡Observa con atención! – Y el ogro, orgulloso de mostrarle todo lo que podía hacer, se transformó en un ratón.
¡Sí! ¡Lo había conseguido! El ogro ya era una presa fácil para él. De un salto se abalanzó sobre el animalillo y se lo zampó sin que al pobre le diera tiempo ni a pestañear.
Como había planeado, ya no había ogro y el castillo se había quedado sin dueño, así que cuando llamaron a la puerta, el gato salió a recibir a su amo, al rey y a la princesa.
– Sea bienvenido a su casa, señor Marqués de Carabás. Es un honor para nosotros tener aquí a su alteza y a su hermosa hija. Pasen al salón de invitados. La cena está servida – exclamó solemnemente el gato al tiempo que hacía una reverencia.
Todos entraron y disfrutaron de una maravillosa velada a la luz de las velas. Al término, el rey, impresionado por lo educado que era el Marqués de Carabás y deslumbrado por todas sus riquezas y posesiones,  dio su consentimiento para que se casara con la princesa.
Y así es como termina la historia del hijo del molinero, que alcanzó la dicha más completa  gracias a un simple pero ingenioso gato que en herencia le dejó su padre.
LEYENDA DEL PADRE ALMEIDA
 
Cuenta la leyenda, que había un padre quien salía todas las noches a beber un poco de aguardiente, pero para salir sin que nadie se de cuenta, él escapaba por una ventana que estaba en lo alto de una iglesia, y para esto, tenía que subir en un brazo de la estatua de Cristo.

Una noche, cuando el padre intentaba escapar para hacer su cotidiana escapada, subió al brazo de la estatua de Cristo, pero de repente, oyó una voz que provenía de la imagen del Cristo volteo que le dijo:

"¿Hasta cuando padre Almeida?"

El padre sin mucha demora, contestó de manera jocosa:

"Hasta que vuelva."

Y sin dudar más o darse cuenta de lo sucedido, se marcho tranquilamente.

Tras varias horas de haberse emborrachado a su total antojo, el Padre salió de la cantina tambaleándose mientras caminaba. De pronto y sin darse cuenta, chocó con unos hombres altos vestidos de negro quienes llevaban un ataúd, y que gracias al impacto, dejaron caer su carga.

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Cuando el Padre almeida vio el ataúd en el piso, reaccionó de inmediato y no podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos. La persona que estaba dentro del Ataúd era él mismo.

Muy asustado y sabiendo que era una señal divina, el Padre Almeida hizo la promesa de jamás volver a tomar de nuevo y seguir el camino de rectitud que se había prometido antes. Desde ese momento, se dice que la cara de la estatua del Cristo se ve más sonriente.
                            ACERTIJOS

¿Qué le dijo una vaca a otra vaca?

 ¿Por qué se enamoró el 50 del 5?

 Una señorita muy señoriada que siempre va en coche y siempre está mojada ¿Qué es?









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